El
planeta no se detiene y sus habitantes tampoco deberían.
Día tras día vamos
adquiriendo nuevas experiencias tanto propias cómo de las personas que nos
rodean, esos nuevos conocimientos cambian la perspectiva que tenemos de las
cosas; hasta el día de hoy, me cuesta mucho trabajo “reconciliarme” y aceptar
eso que llaman “crecer”.
Últimamente,
haciendo un recuento de años y daños y tomándome el tiempo de observar mi
entorno, me he dado cuenta que, ha llegado la etapa de “estancarse” y a la vez,
no; es un estancamiento confuso en el que, físicamente, no hemos cambiado
mucho, pero en percepciones, obligaciones, actitudes, actividades, formas de vida
y todo eso que implica crecer, somos casi totalmente diferentes al día de ayer.

Las
opiniones son todas distintas, incluso las emitidas por la misma persona… Lo
que hace la diferencia en esos cambios es la voluntad, la fortaleza, el coraje,
el carácter y todo aquello que nos hace aferrarnos hasta no ver la última luz
de la esperanza hasta llegar a nuestros sueños; es ahí cuando te das cuenta que
aunque el planeta siga en movimiento constante y jamás se detenga, ni la vida,
ni tu entorno, ni tú mismo… Ya estás en edad de tomar tu propio rumbo y luchar
por ti y por todo aquello que hace y ha hecho latir tu corazón, aunque en
ocasiones ni escuches su palpitar sabes que sigue vivo porque así lo quieres aunque
todo parezca ir en contra.
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